"Éramos felices y no lo sabíamos".

La mesa completa, los tíos y sus anécdotas, los primos todos bien apretados en la punta de la mesa, los abuelos  juntos y unidos como si nunca hubiera pasado el tiempo para ellos; todo se escapó de nuestras manos.
La mesa ya no está completa, las copas están vacías, las luces están apagadas y ya no hay nadie que pueda hacer un brindis, nadie que pida el aplauso, todo se volvió un recuerdo tan lejano que a veces pareciera que lo vivimos en otra vida.

Éramos felices y no lo sabíamos. Hoy quizás sea el momento de darme cuenta que ya no soy una niña, que ya es hora de enfrentar al mundo y a la vida, es el momento de dejar caer mis brazos y dejar pasar al destino.

Hoy, hoy voy a dar un paso fuerte y firme más con lágrimas en mis ojos, por tí abuela, tengo tanto para agradecerte, que ya no alcanzan las palabras, hiciste el mejor papel de abuela que nadie más podría haber hecho y por eso escribo, el brillo de tus ojos me da la fuerza para escribir y recordar desde el principio al día de hoy.

Aunque las cosas no hayan sido como todos quisiéramos, no nos queda más que vivir y aceptar el presente y lo vuelvo a repetir, fuimos felices y eso va a quedar en el corazón de cada uno que te conoce, de la familia que armaste, sin tí no existirían estos recuerdos que nos llena el alma. Gracias por todo lo que hiciste por nosotros, aunque no sea el mejor momento, todavía confío en la vida, que todavía te queda mucho tiempo más por estar junto a los que te amamos, eres fuerte; no nos sueltes.
 

No te vayas hoy, ni mañana, ni nunca. Abuela, gracias y perdón, te amo para siempre.

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