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Frío y muerte


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Robert Walser quiso ser actor. No lo fue.
Fue obrero, trabajador de la limpieza, secretario y decenas de otras cosas. La dueña de la pieza que le alquilaba el hermano lo tomó de amante y lo mantuvo. Duró poco: ella se murió a los meses. Su hermano Karl era de la burguesía alemana y a Robert se le ocurrió hacer un curso de mayordomo. Fracasó porque no se acostumbraba a vivir mucho en ningún lugar. Escribió poemas, cuentos y novelas. Kafka lo admiraba pero él no se bancaba a ningún escritor. Se internó en una clínica psiquiátrica, tal vez para escribir sin tener que trabajar. Le salió mal: nunca lo dejaron salir. Murió congelado el 25 de diciembre de 1956, cuando salió a dar un paseo.
Un pedazo de su novela El Paseo, donde le habla a un cobrador de impuestos:

Permítame decirle que como hombre de letras disfruto de unos muy cuestionables ingresos. Naturalmente, en mí no se puede apreciar ni hallar rastro de cualquier acumulación patrimonial. Constato esto muy a pesar mío, sin por otra parte desesperarme ni llorar ante el lamentable hecho. Me las voy arreglando, como suele decirse. No practico lujo alguno; eso puede usted verlo con sólo mirarme. La comida que como puede calificarse como suficiente y escasa. Se le habrá ocurrido creer que soy dueño y administrador de múltiples ingresos; pero me veo obligado a salir cortés pero decididamente al paso de esta creencia y de todas estas sospechas y decir la sencilla y desnuda verdad y esta es que estoy libre de riquezas pero en cambio cargado de toda clase de pobreza. Los domingos no me puedo dejar ver en la calle porque no tengo ropa de domingo. En lo que respecta a vida sólida y ahorrativa, recuerdo a un ratón de campo. Un gorrión tiene más expectativas de convertirse en acomodado que el presente informante y contribuyente. He escrito libros que por desgracia no han gustado al público y las consecuencias de ello son angustiosas.
No dudo ni por un momento de que usted lo apreciará y en consecuencia entenderá mi situación financiera. No poseo posición ni prestigio social, esto es claro como el sol. Obligaciones para con un hombre como yo no parece haber ninguna. Sin duda hay bondadosos benefactores que me apoyan del modo más noble de vez en cuando. Pero un donativo no es un ingreso y un apoyo no es un patrimonio. Por todas estas razones, elocuentes y sin duda convincentes, mi estimado señor, quisiera solicitarle que prescinda de todo aumento de impuestos como el que me ha anunciado, y tengo que rogarle, cuando no conminarle a ello, que estime mi capacidad de pago tan bajo como sea posible.

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