A LOS 13

A los 13 también se muere.
Se muere de bala, se muere de plomo, se muere en San Miguel del Monte, pero también en La Matanza y en San Martin y en Lomas y en todos los pedazos de patria olvidada. 
A los 13 también se muere.
Se muere por pensar, como en la noche de los lápices.
Se muere porque no te dejan pensar.
O se muere porque nadie te piensa.
A los 13 en Argentina se muere.
Se muere como Facundo en Tucumán.
Se muere por negro, por rostro, por ropa, por yapa, por sorteo, por proyecto de país.
Se muere por pibe o por piba.
A los 13 también se muere.
En el violeta oscuro de la noche provincial se muere.
Allí donde los perros rastreros cocainómanos andan cazando gurises sin pelos en las axilas.
A los 13 también se muere.
En una persecución del verdugo y  del miedo se muere.
Se muere en la coima para tapar la muerte.
Se muere en la falsa noticia del enfrentamiento.
Se muere contra un acoplado.
Se muere a los 13 en la provincia de Buenos Aires.
Pero lo más terrible no es la muerte de los 13.
Sino que a los 13, en Argentina,  también te matan.
 

Bernardo Penoucos

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