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Camine ....


UNNAMED

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Camine hacia el maldito edificio color blanco, como detesto los edificios que parecen psiquiátricos. Me ponen los pelos de punta, de veras. 
Camine con paso apurado mientras mentalmente repetía una y otra vez los cientos de insultos que tenia para propinarle. 

En mi mente me imaginaba entrando dramáticamente mientras él estaba hablando con algún compañero sobre alguna estúpida teoría psicoanalítica y analizando algún estúpido caso que a nadie le interesaba, me acercaría hecha una fiera. 
Primero lo empujaría, él me miraría sin entender ni tres pepinos. Finalmente lanzaría el enorme arsenal de improperios que tenia reservados para casos como ellos, quien se creía que era para olvidarme de semejante manera, para desecharme a pesar de que yo seguía escribiéndole cientos de cartas ridículas como esta, quien era para creer que tenia la autoridad de tan siquiera dejar de dirigirme la palabra. Dios santo, como lo odiaba.
La entrada del edificio estaba muy lejos en relación a la entrada al predio, sentí que estaba atravesando el desierto del Sahara. A cada paso que daba sentía como las miles de variables cambiaban pero siempre terminaban igual, yo dándole una bofetada y yéndome dramáticamente mientras él me perseguía hasta la salida diciendo mi nombre en voz alta y con angustia una y otra vez. Disculpándose y en algunas ocasiones me animaba a imaginar alguna declaración romántica espontanea. 
Dentro de la furia asesina me atreví a sonreír, como quien se sonríe dentro de un grupo con la otra persona respecto a una broma privada, o como quien lee un mensaje en el medio del bus de la persona que quiere. Mientras daba los últimos pasos me acomodaba mi vestido color purpura y mis cientos de anillos que cubrían mis dedos. Mi corazón daba tumbos, creí que iba a salir de mi pecho en ese mismo instante.
Al entrar al edificio, lo busque con una mirada rápida pero no se encontraba allí, comencé a buscarlo. A medida que avanzaba por aquellos pasillos demasiados blancos, demasiados limpios sentía como la adrenalina del momento iba descendiendo y el impulso del primer momento se disipaba pero me alenté a mi misma que era una de esas cosas de la que una no puede escapar, deben hacerse como ir al banco cumplido los 18 años.
Mientras iba distraída en la maraña de pensamientos doble un pasillo sin saber mucho a donde me dirigía, en ese momento no sabia si quería realmente cruzarmelo. De repente, al levantar la mirada y conectarme con lo que me rodeaba lo vi. Me detuve en seco, trague saliva y sentí como cada uno de mis músculos se tensaban aun mas, un sudor frió me recorrió de pies a cabeza mientras sentía mi rostro cubierto en llamas. 
Reía, en voz alta de alguna estúpida broma privada entre sus dos amigas pero eso no era lo más grave, estaba de la mano de una muchacha de cabellos negros lacios y ojos achinados que tenia una horrenda remera de color verde. Mi color favorito, la chica reía junto con él mientras contemplaba los ojos achinados de lo que alguna vez fue el amor de mi vida. Ahora, arrebatado por una chica de cabellos oscuros y remeras horrendas.
Tome aire y exhale con fuerza, quería gritar y llorar. Montar un númerito y que él me persiguiera por la salida para dejarle en claro que aún yo era la persona que comandaba su vida y que podía asegurar su felicidad pero muy dentro mio, o no tanto quizá ya en la superficie de mi ser, sabia que eso no sucedería. Que quedaría en ridículo, que quedaría a la vista lo patética que era.
Sentí mucha vergüenza en ese mismo instante, no del hecho de estar en la facultad de la persona que ya no me amaba desde hacia años sino mas bien una vergüenza casi repulsiva sobre quien era. Como si despertara luego de una borrachera desnuda en un lugar público, tenía unas inmensas ganas de desaparecer en ese mismo instante.
Me gire muy lentamente y camine hacia la salida mientras me abrazaba, había comenzado a llorar. Durante todo el trayecto me había prometido no llorar, evitarlo a toda costa pero sin darme cuenta, de un momento a otro había dejado salir toda aquella angustia que a uno lo acosa durante días, que intenta no dejar salir pero cuando menos lo predice por cualquier tontería ahí se encuentra uno, hecho un ovillo y llorando por cualquier pavada como si no hubiera un mañana.
Salí del edificio envuelta en lagrimas y maquillaje corrido, el día se encontraba esplendido con un sol muy agradable y con un clima de esos que dan ganas de estar en el parque todo el día. Lo cual me hizo llorar aún mas, mi vida era una broma de muy mal gusto. Es como si todo el mundo pudiera ser feliz ese día. 
Que vida miserable la mía que el día mas infeliz de mi vida el clima no ayuda a los dramatismos, era una ironía que representaba muy bien lo que era mi historia.
Encendí un cigarrillo mientras caminaba hacia la salida del predio no sin antes echarle una última mirada aquel endemoniado edificio.
  • Meeeeee 1
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